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Opinión
FERNANDO MARTÍN GALÁN / AUTOR
El mayor: ¿dependiente o
independiente?
o hace demasiado tiempo, un boato que el amigo o el compañero de traba-
amigo –con más de setenta jo. Todo ello, con la parte dineraria ahorrada
años– me confesó algo por lo a costa de los abuelos.
que quedé totalmente impacta- Ante las circunstancias descritas –más
do: “Me han hecho perder diez generalizadas de lo que pudiera pensarse–
Naños de mi vida”. Esto venía a surge la duda de si “El Mayor” es indepen-
colación porque, tanto él como su esposa, diente o dependiente o es víctima, en algunos
cuidaban, desde hacía varios años, a tres de casos, de un desaforado afán de los hijos por
sus nietos en “jornada completa”. Por las mantener un cierto estado social (ficticio o de
mañanas, muy temprano, su hija y su hijo les competición), a costa de cualquier otra consi-
llevaban a sus respectivos hijos para quedar- deración hacia las personas de su entorno
se con los abuelos hasta la noche. Los abue- más íntimo.
los les daban el desayuno, los llevaban al Tengo la sensación de que este tipo de
colegio, los recogían al mediodía y comían actuaciones son, en mi criterio, la conse-
con ellos; los volvían a llevar al colegio y, de cuencia directa de dos supuestos: Falta de
nuevo por la tarde, volvían a recogerlos para diálogo entre padres e hijos y, en segundo tér-
darles de merendar y cenar allí con los abue- mino, egoísmo de los hijos. El primero de los
los. Los hijos y sus cónyuges venían tarde a supuestos puede ser fruto, a veces, de la
casa de los padres. Los abuelos (mis amigos), ausencia de principios de comprensión hacia
preparaban la cena para todos; cenaban y, los padres. No pensar que sus “Mayores” han
después, sus hijos se llevaban los niños a su tenido una vida plagada de sacrificios que
casa. Así un día y otro. ahora, en los momentos de la plena madurez,
Los abuelos estaban totalmente entregados. podrían dedicarse a disfrutar de la condición
No tenían ni un momento de respiro. Ayuda- de “Mayor”, que bien merecido lo tienen. El
ban a sus hijos sí, pero a costa de su sacrifi- segundo de los supuestos es, con cierta fre-
cio personal. Los hijos –hija e hijo– no tenían cuencia, la consecuencia de un egoísmo filial
una perentoria necesidad dineraria: ambos quizá resultado del primero: falta de diálogo.
trabajaban y podían, perfectamente, con par- Estas situaciones relatadas cuentan, en
te de los ingresos que percibían, llevar a los gran medida, con la conformidad y, a veces,
niños a una guardería o, incluso, contratar a la sumisa actitud de los abuelos –“Los
alguna persona para que se encargase de los Mayores”– quienes, gustosamente, en
niños mientras los matrimonios trabajaban; muchos casos, aceptan tales situaciones por
pero era más cómodo sacrificar a los padres amor a los hijos y los nietos, aún a costa de la
(los abuelos) ya muy mayores, para, posible- pérdida de su independencia, pero siempre
mente, tratar de deslumbrar al amigo o al con el deseo de ayudar en todo lo que puedan
compañero de trabajo. Un coche más grande, a los hijos y, desde luego, a los nietos, dando
una nevera con más prestaciones, o una cele- muestras de una verdadera generosidad no
bración de un evento con más generosidad y siempre comprendida.
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