Page 66 - ses261
P. 66
066SESENTA 26/6/07 17:01 Página 66
Opinión
GERMÁN UBILLOS ORSOLICH / PREMIO NACIONAL DE TEATRO
Villacorta
or primera vez llegué a Villacor- con montañas rojas surcadas por desgarra-
ta en taxi, mi coche se me que- das torrenteras y abajo prados de cereales de
dó averiado en Riaza y mientras secano y “tenadas” como llaman a unos
lo arreglaban uno de los taxistas caserones (algunos semiderruidos) para
de la población segoviana me cobijar al ganado. Esa impresión me persi-
Pcondujo casi a través de un bos- guió durante mucho tiempo desde aquel día
que por una carretera bien asfaltada pero en que el amable taxista de Riaza me con-
zigzagueante, como en una especie de rally. dujo hasta allí. Más adelante subiría hasta El
Villacorta era el pueblo de mi suegra, poseía Muyo, el pueblo de mi suegro fallecido antes
una casa de dos plantas y gruesos muros jun- de que hubiese yo podido conocer a su hija,
to a la plaza mayor o para ser más exactos ahora mi mujer. El Muyo es más impresio-
junto a la única plaza del lugar. Villacorta es nante si cabe, pueblo negro, de tejas negras,
uno de los “pueblos rojos” de la llamada sie- de piedras negras, de suelo y casas negras,
rra pobre, la sierra de Ayllón, con calles de algo de un dramatismo trágico único en el
tierra rojiza sin asfaltar, allí mi hija Martita mundo, “colgado” a una altura de 1.450
se lo pasa maravillosamente con sus primos metros sobre el nivel del mar. Pastos de altu-
y otros niños. El pueblo tiene una iglesia ra, dos habitantes en invierno, un solterón y
donde va un cura muy de tarde en tarde pues una licenciada en filosofía y letras que se
ya no quedan curas para abastecer toda la casó con un ganadero. Este verano cuando lo
región, tiene también un solo bar, el “Tele- visitábamos Elena, la niña, su prima y yo,
club”, que lo abren tres horas por la mañana nos descargó una curiosa tormenta de una
y tres o cuatro por la tarde, generalmente los nube redonda y negra pero que no se movía
vecinos son modestos, agricultores u obreros y que no dejó de chorrear hasta su última
emigrados a Madrid huyendo de los rigores gota. Allí, en su iglesia parroquial abandona-
de su trabajo, y que ahora vuelven durante da, se hallaba la cruz y el cristo medieval en
los veranos a sus viejas raíces, a sus recuer- plata que llaman el Árbol de la Vida y que ha
dos, a sentarse a “la fresca” por las noches simbolizado la exposición cultural y artística
en los poyatos de la plaza mayor, entre el bar maravillosa aún vigente en la catedral de
y la iglesia. Segovia.
Pero lo más impresionante de este pueblo Es curioso, durante muchos años El Muyo,
segoviano, en su límite casi con Soria, es su más allá de Villacorta, me ha impresionado,
paisaje. La primera vez que lo contemplé y me ha sobrecogido por su dramatismo. Últi-
las veces sucesivas se me antojó salvaje y mamente cuando fui de nuevo sentí una
brutal, sobre todo si lo comparamos con melancolía, una rara emoción, pensé mucho
nuestra “modosita y civilizada” sierra de en mi suegro Quintiliano, al que no llegué a
Guadarrama, que es la que siempre he fre- conocer, sentí una ternura extraña, quizá la
cuentado más, tengan en cuenta que verane- constatación de que tengo ya más familiares
aba en El Escorial. Lo “salvaje y hasta bru- y amigos muertos que vivos, más sombras
tal” de la serranía y el paisaje que rodean del recuerdo que pululan más allá del mun-
Villacorta, es como si el hombre no hubiera do que podemos aún ver, que figuras reales
llegado hasta allí, un paisaje del paleolítico que podemos conocer.
66 Sesenta y más